Construir comunidad

Por María Fernanda Corominas Gasca. Egresada de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

*Artículo editado por J. Eduardo Guerra y publicado originalmente a través de PortaVOZ en Octubre de 2016.

UNIENDO FUERZAS.

Desde la década de los sesenta se han implementado en México diversos modelos arquitectónicos destinados a la educación en comunidades marginadas del país. El diseño de estos espacios no había evolucionado sustancialmente conforme a las necesidades de este tipo de población, es por eso que en el año 2010 nació una alianza entre el Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) con el propósito de generar ideas para un nuevo prototipo. El objetivo fue trabajar de manera conjunta en el desarrollo de diversas propuestas de espacios educativos  innovadores en cuanto a uso de recursos materiales, pertinentes respecto a las necesidades sociales, que tomaran en cuenta las características del entorno físico y las condiciones geográficas. La UNAM proporcionó los conocimientos y experiencia de su comunidad académica y el CONAFE gestionó la factibilidad económica del proyecto; fue así como los estudiantes que en ese entonces estudiábamos el quinto semestre de la carrera tuvimos la oportunidad de participar en el proyecto “Aula para la Equidad” que a la fecha sigue generando espacios educativos en diversos sitios de nuestro país.

CONJUNTANDO IDEAS.

Planteado como un ejercicio académico y tomando las experiencias previas del Programa de “Arquitectura Práctica” abordamos el desarrollo del anteproyecto como un concurso de ideas en el que participamos los estudiantes agrupados en varios equipos de trabajo. El CONAFE estudió diferentes comunidades rurales que demandaban este equipamiento y decidió que Corazón de María, poblado situado en el municipio de Xilitla en San Luis Potosí, sería el pionero para recibir nuestro modelo de Aula para la Equidad.

Los profesores, alumnos y colaboradores del CONAFE visitamos la comunidad para conocer a sus integrantes y escuchar sus necesidades: en el terreno elegido para el proyecto ya existía una pequeña aula en donde se impartían clases a diecisiete niños de primaria y cinco más de preescolar. El predio colinda con la carretera que conecta al poblado con el centro de Xilitla que por su situación geográfica presenta numerosas lluvias a lo largo del año pero se beneficia de la particular belleza del paisaje boscoso. Para lograr un mejor acercamiento tanto a las condiciones sociales del sitio como a las necesidades de sus habitantes, se realizó un encuentro con los niños y padres de familia que harían uso de la nueva aula. Para tener un lenguaje en común les pedimos a los futuros usuarios que dibujaran cómo sería el “espacio ideal” destinado a educación en el que les gustaría pasar varias horas del día; para nuestra sorpresa la mayoría de los dibujos representaban espacios al aire libre, expresaban la intensa necesidad de habitar mucho más el espacio exterior que el interior además del interés por estar en contacto con la naturaleza del lugar;  sobre este tema hicimos hincapié a lo largo de todo el proceso de diseño.

De regreso a la Universidad y con asesoría de los profesores analizamos la información y la experiencia obtenida en la práctica de campo; así comenzaron a nacer varias propuestas por parte de los diferentes equipos de compañeros. Al finalizar los anteproyectos se llevó acabo un ejercicio de selección en el cual un jurado, formado por ambas instituciones y un representante de la comunidad, eligió tres de los proyectos presentados. Quienes participamos en los proyectos seleccionados pasamos a la siguiente etapa, la cual abarcó todo el sexto semestre de la carrera y demandó la elaboración del proyecto ejecutivo y la construcción de la obra. Fuimos doce estudiantes los seleccionados: Inés Benítez, María Fernanda Corominas, Alain Flandes, Olivia Hansberg, Patricio Harte, Viviana Ibarra, Carlos Macías, Alejandro Mendoza, Daniel Munguía, María Fernanda Pérez, Alejandra Ruiz y Tania Tovar, asesorados y supervisados por los arquitectos Daniel Filloy y José María Bilbao por parte de la UNAM y el arquitecto Adalberto Gómez por parte del CONAFE. Incluso en nuestras vacaciones intersemestrales trabajamos para conjuntar las ideas de los tres proyectos seleccionados y dar nacimiento sólo a uno para su construcción.

Al finalizar el proyecto ejecutivo fuimos recibidos por la comunidad de Xilitla para instalarnos y llevar acabo la etapa de construcción: los padres de familia formaron parte del equipo de mano de obra junto con nosotros, las madres de familia apoyaron con la preparación de los alimentos que consumimos cada día. Fueron tres meses inolvidables para todas las partes ya que logramos una comunicación que, en un principio parecía difícil por la diferencia de entornos culturales de los que proveníamos, pero al final construimos no sólo nuestra primera obra sino un vínculo tan estrecho con la comunidad que se vio reflejado en el resultado del objeto arquitectónico.

DANDO CONTINUIDAD Y DIFUSIÓN

Hoy el Aula para la Equidad en Corazón de María, Xilitla, forma parte de un pequeño conjunto educativo que cuenta con dos aulas; una para preescolar que fue el resultado de la restauración y acondicionamiento del aula preexistente, y otra para primaria que funcionó como pionera de un nuevo prototipo de aula rural para la Región Huasteca. Los recursos materiales utilizados fueron regionales en su totalidad: la piedra laja para el desplante, la madera para la estructura y bloques de tierra compactada (BTCs) de producción semindustrial para los muros.

El alcance que nuestro proyecto logró en la primera edición de este programa de CONAFE ha sido a gran escala porque fue pionero en la realización de más conjuntos educativos rurales implementados por esta institución con asesoría de la UNAM y otras Universidades. Es también otra experiencia exitosa del Programa de Arquitectura Práctica en la Facultad de Arquitectura cuyo trabajo fue expuesto en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016 y que ahora forma parte de los antecedentes para la conformación del “Consultorio de Arquitectura Práctica” cuya intención es que este tipo de experiencias interinstitucionales no pierdan continuidad, uniendo diversos esfuerzos para una sola causa: construir comunidad.

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