Carta de un millennial a sus followers (o la contradicción en los tiempos de Facebook)

Por alguna razón que todavía no entiendo, creo saberlo todo. Aseguro tener todas las respuestas, opino todo el tiempo y creo tener la razón siempre. Soy agresivo, retador, hiriente, grosero.

Como no te atreves a ir detrás de tus sueños harás todo lo posible por evitar que yo viva los míos, así que, o vivo mis sueños o vivo tus miedos. Si hablas de mí, me acostumbraré a ello. Si intentas detenerme, no te dejaré. Si quieres ridiculizarme, no te daré el gusto.

Como tú no estás en paz con tu vida buscarás que yo no esté en paz con la mía. Aunque yo no me meto contigo, te vas a meter conmigo. Es duro, pero es así; me vas a provocar y no caeré.

Fijaré mi vista en la meta y caminaré hacia ella, no me desviaré, no me distraeré, no perderé el tiempo. Si lo permito, vas a castigarme. Pero si no, no podrás lastimarme.

Soy lo que yo quiero ser y soy listo. Tengo fe y no desisto aunque el camino es largo.

Haré el bien, seguiré avanzando y eventualmente llegaré a la meta. Viviré mi sueño.

Pediré por ti que no vives en paz y me entregaré a mi vida, a mi misión y a mi objetivo.

Cuando esté viviendo mi sueño, no me olvidaré de ti que me ayudarás a alcanzarlo. Inspiraré a otros y multiplicaré el bien. Me convertiré en un modelo a seguir, está en mí; todo siempre está en mí.

Sólo hay tres razones por las que hablas de mí: porque me envidias, porque me admiras o porque quieres ser como yo. Y cuando eso pasa me siento orgulloso, pero soy humilde. Disfruto en silencio y tengo categoría.

Valórame. Fija nuevamente tu mirada hacia mí y seguiré avanzando. Te motivaré y te seguiré inspirando.

*Basado en un texto de Adrián Ixe Vázquez Barbosa.

Imagen: planetajoven.org

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