Sobre «El amor en los tiempos del cólera»

Por Jose Eduardo Guerra D. @joseduardguerra

La vida no es nunca lo suficientemente dulce.
(Ricardo Macías Cardoso en su ensayo “Gansito Marinela”)

El Surtido Rico, esa miscelánea de golosinas, parece ser el as bajo la manga que capta la atención y detona el apetito tanto del ávido lector como del seguidor de las telenovelas más rocambolescas: pepitorias, glorias, borrachitos, mazapanes, merengues, cocadas, tarugos, alegrías, camotes, palanquetas, anís, ates, tortitas, cajetas y rollos literarios están cuidadosamente distribuidos a lo largo de toda la novela. El autor cuida que la lectura no sea empalagosa (en exceso) sino creativamente matizada por unos personajes principales que, aunque derraman miel en varias páginas, no son planos ni gratuitos. Más allá de los tradicionales dulces que debe incluir una novela de amor, el autor ofrece productos originales como: conciencias en almíbar, corazones cristalizados, muéganos sentimentales, licuado de metáforas, berenjenas al amor y hasta un narrador caramelizado; todo lo anterior (casi) sin edulcorantes artificiales. Esta es la proeza: buena parte de los endulzantes usados para crear este libro fueron extraídos de la naturaleza humana profunda, es decir, más allá del adorno por el adorno o lo superficial.


El acierto del relato está en esos constantes cuestionamientos que el autor lanza al lector de cualquier edad entre la juventud y la vejez: ¿Qué es o qué implica conocerse a uno mismo en el amor? ¿Cuál es la diferencia entre el menesteroso y el experimentado en el amor si, a ambos lados de la balanza, la vida es imbricada, inasible y misteriosa? ¿Qué es amar? ¿Cuándo, para qué, cómo y con quién se aprende? Florentino y Fermina van y vienen en sus propias respuestas contrastando fantasías y realidades, sueños y posibilidades, inocencia y madurez. Ambos van conociéndose a sí mismos, sus rumbos tienen coincidencias y desencuentros pero siempre existe la incertidumbre del encuentro definitivo. Ella desde la resignación y él desde una actitud de “soñador y Quijote” son condicionados por sus circunstancias, sus decisiones y el azar. ¿Destino o decisión? es una pregunta maniquea presente en toda la trama (la cual ha dado mucho de qué hablar o filosofar a lo largo de la historia) y que se ofrece al lector en forma de fruto prohibido envuelto en caramelo.


Una odisea o un tránsito que va desde el primer despunte de la alborada hasta el último rayo del ocaso; desde el deslumbramiento casi pueril de esas miradas fijas (obsesión por liberación de endorfinas), esas primeras “mariposas en el estómago” (peristalsis como respuesta a estímulos externos) o esos primeros episodios de ansiedad generada por una ausencia (enamoramiento desencadenado por flujos hormonales en el torrente sanguíneo) hasta el amor más experimentado, cotidiano y reposado de la madurez: eso es El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez.


La novela no empalaga (tanto) porque, entre los almendros, las camelias y las cartas de amor, entreteje realidades y críticas hacia esa Latinoamérica post-colonial que no sabía qué hacer en su condición de “libre”: se describen conflictos, situaciones, usos y costumbres sociales que van mutando a la par de la madurez de los personajes quienes, en cada etapa de su vida, van viendo su mundo desaparecer, envejecer, caducar o derruirse, enfrentándose así a la necesidad de adaptarse a nuevas condiciones o perecer. Un ejemplo es la casi “mágica” movilidad social o ascenso de clase (lento pero seguro) de Florentino en la CFC (de empleado a dueño) con la ayuda del azar y de Leona Cassiani; algo improbable dentro de las circunstancias económicas de la región y que, seguramente, el autor vaticinaba imposible para la sociedad de su propio país y la América hispanohablante en la época en que el libro fue escrito. El toque de realismo mágico seguramente dejará, en varios lectores del siglo XXI, un desencanto con sabor a crítica hacia esa esperanza por la esperanza (pensamiento mágico-religioso) muy latente en estos países y que no discrimina clases o posiciones sociales: cuando Dios… entonces, cuando el presidente… entonces, cuando La Virgen… entonces, cuando ocurra el milagro… entonces, cuando la Iglesia… entonces, cuando ascienda… entonces, cuando resucite… entonces, cuando sea famoso… entonces, cuando tenga dinero… entonces, cuando las elecciones… entonces, cuando la crisis… entonces, cuando la sociedad… entonces, cuando la economía… entonces, cuando la educación… entonces, cuando haga… entonces, cuando tenga… entonces, cuando me case… entonces, cuando me ame… entonces, cuando se cultive… entonces, cuando se construya… entonces, cuando se reforme… entonces, cuando cambie… entonces, cuando la guerra… entonces, cuando el Apocalipsis… entonces, etc.


A pesar de toparse con edulcorantes como “Jeremiah Del Santo Amor”, el “Parquecito de los Evangelios”, la musiquilla del violín de Florentino en la dirección del viento, el Galeón del Tesoro o el nombre del barco “Nueva Fidelidad“, uno está dispuesto a “bajar la guardia” y conceder “licencias poéticas” al autor porque se alcanza a leer entre líneas la intención crítica que deja de manifiesto desde dónde se ha impuesto tradicionalmente la “educación sentimental” en Latinoamérica: esa poderosa influencia de la religión cristiana que junto con sus derivaciones, iglesias, tradiciones, ritos, libros e interpretaciones tuvo el “monopolio cultural” durante tres siglos en el Nuevo Mundo y que permea, aún hoy, de manera determinante en la construcción de la moral social e individual en esta región del mundo. Por otra parte, el incidente donde el diario “La Justicia” destruye (in)voluntariamente la amistad entre Lucrecia y Fermina sugiere que el autor observó un relevo de dicho monopolio cultural (y moral) hacia otras manos y otros medios en la sociedad contemporánea.


También esta novela es un retrato de los valores o códigos de género que aún impregnan la forma de pensar actual: el machismo, los “mandatos de masculinidad” como «tener nombre y fortuna para merecer tal o cual cosa», estereotipos sobre lo que “debe ser” un hombre, una mujer, un joven, un anciano, un adulto, un soltero, un casado, etc. ¿No son los mandatos y estereotipos parte de esas historias que nos contamos a nosotros mismos y que transmitimos de generación en generación mediante mecanismos muy sutiles y cotidianos de la vida en pareja, familiar o social? Eutanasia, poligamia, concubinato, infidelidad, vida conyugal y post-conyugal, así como afrontación de la madurez y la vejez son temas presentes en la trama que ponen al lector a cuestionar su propia escala moral ante los mismos. Cada lector, de acuerdo a su edad, sus valores culturales y sociales así como sus circunstancias personales, encontrará una forma de interpretar la novela. Incluso las relecturas le revelarán cuánto se ha flexibilizado o rigidizado su moral en tal o cual aspecto. En ese sentido, el libro es un “espejo moral” que solo con el reencuentro y el transcurso del tiempo puede ir mostrándonos nuestros propios cambios ideológicos.


La técnica narrativa de Gabriel es insólita, puede ir saltando del detalle al bosquejo en una prosa bastante fluida. Puede estirar o encoger el tiempo, relatar un instante o una escena en varias páginas así como resumir una vida, una época o un siglo en un párrafo. Salta del punto de vista del narrador al enfoque de uno u otro personaje casi sin que el lector llegue a notar cuándo ocurrió ese cambio. Una ciudad o toda una vida caben en unos cuantos renglones o se extienden por varias páginas de acuerdo a la intuición y las intenciones del escritor. La narración se acompasa al ritmo de los amores contrariados para que todos, como en una orquesta, armen un conjunto ilativo. Al concluir el libro el lector tiene la sensación de haber conocido la perspectiva masculina, la femenina y, finalmente, un panorama amplio de ciertos dilemas humanos. Figuras retóricas y otras artesanías del lenguaje terminan por cohesionar el carácter metafórico de la obra: poesía versus realidad, Florentino versus circunstancias, ser humano versus la realidad y las circunstancias.


El amor es un retruécano (figura retórica cuya esencia es la contraposición o antítesis de dos ideas) que nunca nos deja ver si es la vida la que nunca es lo suficientemente dulce (ideal) o son los ideales los que nunca son lo suficientemente posibles cuanto más se les aproxima el ser humano.


En este libro no hay una sino varias frases memorables, toca al lector decidir cuáles son justificaciones sagaces del escritor a sus personajes, cuáles parecen ser verdaderos aforismos populares y cuáles otras van que vuelan a convertirse en leyes de vida:

  • SOBRE EL AMOR O EL ENAMORAMIENTO
  • «Los síntomas del amor son los mismos del cólera.” (Tío León XII)
  • Remedios para el amor: *Infusiones de té de tilo para entretener los nervios. *Cambio de aires para buscar el consuelo en la distancia.
  • «Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas que estas cosas no duran toda la vida.» (Tránsito Ariza)
  • “Qué espía ni qué carajo, yo no soy más que un pobre enamorado.” (Florentino Ariza)
  • “Es feo y triste pero es todo amor.” (Hildebranda Sánchez)
  • “Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna.” (Florentino)
  • «El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.» (Florentino)
  • “Pensaba que el amor tenía una edad en que empezaba a ser indecente.” (Dr. Urbino Daza)
  • “Era como si se hubieran saltado el arduo calvario de la vida conyugal y hubieran ido sin más vueltas al grano del amor.” (Narrador)
  • “El amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.” (Narrador)
  • SOBRE LA SALUD
  • “La música es buena para la salud.” (Dr. Juvenal Urbino)
  • “Un hombre sabe cuándo empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre.” (Florentino)
  • “Su profesión lo tenía acostumbrado a un manejo ético del olvido.” (Narrador refiriéndose al Dr. Urbino)
  • “La pediatría es la especialidad más honesta porque los niños solo se enferman cuando en realidad están enfermos.” (Narrador)
  • «Había cuidado de su salud y su apariencia personal con un rigor que no les parecía muy varonil a otros hombres de su tiempo.» (Narrador refiriéndose a Florentino)
  • “Decrépito y rengo pero real.” (Narrador refiriéndose a Florentino)
  • SOBRE EL DINERO
  • “Rico no. Soy un pobre con plata.” (Florentino)
  • “Recuerda siempre que lo más importante de un buen matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad.” (Juvenal a Fermina Daza)
  • FRASES PARA LLEVAR
  • “Nada de lo que se haga en la cama es inmoral ni contribuye a perpetuar el amor.” (Florentino)
  • «Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran sino que la vida los obliga otra vez, y muchas veces, a parirse a sí mismos.» (León XII)
  • «No había nadie con más sentido práctico, ni picapedreros más empecinados ni gerentes más lúcidos y peligrosos que los poetas.» (León XII)
  • “A la vida no le enseña nadie.” (Ausencia Santander)
  • “Una felicidad tan fácil no puede durar mucho tiempo.” (Florentino)
  • “Los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza.” (Fermina)
  • “El problema de la vida pública es aprender a dominar el terror, el problema de la vida conyugal es aprender a dominar el tedio.” (Fermina)
  • «Nada se parece tanto a una persona como la forma de su muerte.» (Narrador)
  • «Las mujeres piensan más en el sentido oculto de las preguntas que en las preguntas mismas.» (Narrador)
  • “No creo en dios pero le tengo miedo.” (Florentino)
  • “Las cartas son del que las escribe.” (Fermina)
  • “Deja que el tiempo pase y ya veremos lo que trae.” (Fermina)
  • «Los hombres somos unos pobres siervos de los prejuicios.» (Juvenal a Fermina)
  • «El amor se hace más grande y noble en la calamidad.» (Frase en alguna lectura de Florentino)
  • “Es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.” (Narrador)
  • FRASES PARA IR COMIENDO
  • «Está bien, me caso con usted si me promete que no me hará comer berenjenas.» (Fermina a Juvenal)
  • “El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.” (Juvenal)
  • OTRAS ARTESANÍAS
  • “Se te ve en la cara: generoso burócrata o generoso amante.” (Leona Cassiani)
  • “Era un marido perfecto: nunca recogía nada del suelo, ni apagaba la luz ni cerraba la puerta.” (Narrador refiriéndose al Dr. Urbino)
  • “Antes de treinta años eran como un mismo ser dividido. La vida les deparaba otras pruebas mortales.” (Narrador refiriéndose al matrimonio Urbino-Daza)
  • “Le decía mentiras para sacarle verdades.” (Narrador refiriéndose a la relación de Fermina con Juvenal)
  • “Para las mujeres solo había dos edades, la edad de casarse: que no iba más allá de los veintidós años y la edad de ser solteras eternas: las quedadas.” (Narrador)
  • “Dios es miembro de número del partido conservador.” (Prefecto de la comunidad)
  • «Al pobre y al feo todo se le va en deseo.» (Alguien en la calle refiriéndose a Florentino)
  • “Le servía las verdades sin pasarlas por agua.” (Narrador refiriéndose a Brígida Zuleta)
  • “La puta muerte iba a ganarle sin remedio su encarnizada guerra de amor.” (Narrador refiriéndose a Florentino)
  • “El gusto desabrido de la inocencia tenía el encanto de una perversión renovadora.” (Narrador)
  • «Se volvió a morder la lengua para que no se le saliera la verdad por las tantas goteras que tenía en el corazón» (Narrador refiriéndose a Florentino)
  • «Una vez muerto el esposo no le dejaba a ella ni los vestigios de su identidad…¿Quién estaba más muerto? ¿El que había muerto o la que se había quedado?… Así se sentía ella; sintiéndolo estar donde ya no estaba.» (Narrador refiriéndose a Fermina)
  • «El deseo de olvidarlo era el más fuerte estímulo para recordarlo.» (Narrador refiriéndose a Fermina)
  • «Comprendió que ella era demasiado inteligente y se amaban demasiado para que él fuera a llorar en su regazo sin revelarle el motivo.» (Narrador refiriéndose a Leona y Florentino)
  • «Ellos se conocían mejor desnudos que vestidos.» (Narrador refiriéndose a Prudencia Pitre y Florentino)
  • «Tan lírica como las otras, tan retórica como todas, pero estaba sustentada por la realidad.» (Narrador refiriéndose a las cartas de Florentino)
  • «Se ofuscó al saludarlo y él se ofuscó más con la ofuscación de ella. La conciencia de que se comportaban como novios los ofuscó más aún. Y la conciencia de que ambos estaban ofuscados acabó por ofuscarlos hasta el punto que el capitán Samaritano lo advirtió con un trémulo de compasión.» (Narrador)
  • “Ambos hicieron el mismo gesto de sorpresa que ambos sabían fingido.” (Narrador refiriéndose a Fermina y Florentino)
  • “Cuando la leña se acabe ya habrá buques de petróleo.” (Florentino)
  • «Si hemos de hacer pendejadas, hagámoslas, pero que sea como la gente grande.» (Fermina)
  • “Viajes locos, sin tantos baúles, sin compromisos sociales. Viajes de amor.” (Narrador)
  • “-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? –le preguntó. Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. –Toda la vida –dijo.” (último diálogo)
  • BREVE CANCIONERO DE LOS AMORES CONTRARIADOS
  • Nuestro juramento (Benito de Jesús)
  • Soy lo prohibido (Roberto Cantoral / Dino Ramos)
  • Donde estés, con quien estés (Camilo Blanes)
  • Cien años (Rubén Fuentes / Alberto Raúl Cervantes)
  • Ódiame (Rafael Otero / Federico Barreto)
  • Si me dejas ahora (Camilo Blanes)
  • Un mundo raro (José Alfredo Jiménez)
  • Toda la vida (Lucio Dalla)
  • Hay amores (Antonio Pinto / Shakira Mebarak)
  • EPÍLOGO
    Un día cualquiera en las redes sociales alguien publica este mensaje:
    “¡Soy el hombre más feliz del mundo! ¡Me caso con el amor de mi vida! Y es que cuando uno se da cuenta que quiere pasar el resto de su vida con una persona, uno quiere que el resto de su vida inicie lo antes posible. Por una vida a tu lado llena de confianza, lealtad y amor incondicional. Mi corazón es y será siempre tuyo. ¡Te amo!”
    Si Gabriel lo viera sería capaz de desentrañar, intuir, describir e imaginar “santo y seña” del pasado y el futuro de esta relación a punto de convertirse en matrimonio. El amor en los tiempos del cólera es una obra que celebra la condición humana pero también es una invitación a ver de manera más amplia, no en el ahora sino en el transcurso del tiempo, ese sentimiento humano tan profundo, con todas sus mutaciones, paradojas, contradicciones e implicaciones. ¿Es quizá que el amor no es sino que va siendo?

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